El otro día, leía un tweet que reprochaba a las noticas actuales tanto sensacionalismo en torno al metaverso desde una perspectiva únicamente empresarial y centrada en el beneficio. El tweet en cuestión, pedía también una revisión ética y sostenible sobre el tema a todos los niveles.
Así que, tras darle muchas vueltas y después de asistir a una charla de la consultora 21gramos (especializada en sostenibilidad y consumo consciente), decidí lanzarme a realizar mi propia reflexión sobre el tema.

Antes de empezar, quiero dejar claro que mi formación actual respecto a la sostenibilidad en su sentido más amplio se centra en la parte del Coaching ejecutivo y personal (quizá más enmarcado en la sostenibilidad social y en cómo nos relacionamos con nuestro entorno).
Es decir, que el resto de reflexiones las haré a título personal y desde mi experiencia, pero si eres una persona experta en el tema seguro que tienes tu propia visión y está más fundamentada. Por favor, no dudes en contactarme en LinkedIn si es así para compartirla conmigo y matizaré lo que sea necesario.
Superadas las preguntas de cómo definir el Metaverso (artículos de interés: Singularity Hub / Vicmix Reality), la primera gran pregunta que me surgió cuando me puse a pensar sobre Metaverso y sostenibilidad fue: ¿en qué esquema me baso para mi reflexión? Y, tras varios intentos, lo he dividido finalmente en tres bloques:
- Sostenibilidad social: identidad, accesibilidad y comunicación (artículo actual)
- Sostenibilidad ambiental: impacto en el medioambiente y nuevas oportunidades
- Sostenibilidad económica y política: propiedad y distribución de la riqueza virtual, organización, legislación y gestión del dato
En el post de hoy, me centraré en el primero de los puntos: la sostenibilidad social en el metaverso. Es decir, en la sostenibilidad aplicada al desarrollo y convivencia de grupos sociales concretos, así como de los individuos como parte de ellos.
Durante las próximas semanas, iré desarrollando el resto de los bloques para intentar construir una visión integral sobre un tema que considero que será muy relevante para la sociedad del futuro. Ya que estamos empezando con esto del Metaverso… ¡empecemos con buen pie! Y aprendamos de los errores y aciertos pasados del boom de la digitalización.
Identidad individual en el Metaverso
Quizá uno de los puntos más diferenciales del Metaverso respecto a Internet, al considerarse su evolución tridimensional, sea el desarrollo de la identidad individual y cómo esta puede llegar a transformar la consciencia colectiva.
En un Internet en 3D en el que pasamos a tener un cuerpo, una especie de identidad gemela virtual, surgen nuevas cuestiones éticas respecto a viejos esquemas: el género y la raza suelen ser los más evidentes. ¿Cómo será la extensión del género en el Metaverso?
Hay quien afirma que esta nueva ola podría traer consigo la proliferación del género no binario. Y lo mismo podría suceder con la raza. En primer lugar, cuando construimos una app basada en avatares desde una perspectiva ética, es importante incluir diferentes opciones de color de piel, tipología de cabello, formas corporales o rasgos faciales (entre otras). Sin embargo, en este nuevo mundo también podríamos ser una raza nueva o abandonar el género binario, sin ser continuistas respecto a nuestra identidad real.
Es decir, en este nuevo espacio, podremos construir como queramos nuestro aspecto físico o incluso contar con aspectos más masculinos / femeninos (según el juicio colectivo) en función de la experiencia o el juego en el que nos encontremos.
Daríamos así la bienvenida a la identidad múltiple. Ya no solo comportamental, como sucede en el mundo real, sino también cambiando nuestro aspecto visual.

Con la ruptura del aspecto físico, también puede ser más fácil llegar a romper los esquemas asociados al sexo/raza de las personas y construir una convivencia basada en otros aspectos. Eso sí, será igualmente importante no basarse en esta fluidez para difuminar u olvidar temas tan graves y reales como el racismo o la desigualdad de género.
Como siempre, la respuesta estará en nosotros como usuarios participantes: ¿aprovecharemos esta oportunidad para romper barreras, extenderemos las mismas barreras que existen en el mundo físico o bien crearemos otras nuevas?
Pero si pensamos más allá de esta primera capa, surgen también otros temas colaterales a la identidad que podemos explorar desde una perspectiva ética, tales como la suplantidad de identidad y la verificación de avatares, el renacer virtual de personas fallecidas o el transhumanismo. Como podéis imaginar, solo estos temas podrían dar para otra reflexión bastante más amplia, pero los introduciré de momento en forma de preguntas sin respuesta:
- ¿Cómo podremos verificar nuestros avatares y evitar que alguien nos suplante la identidad en el Metaverso?
- ¿Cómo podremos proteger que, tras la muerte, alguien resucite nuestro avatar? ¿Tendrá potestad nuestra familia? ¿habrá algún caso en el que ni aún con el consentimiento de la familia puedan resucitarnos? Pueden resultar preguntas absurdas para una persona de a pie, pero basta con pensar en una actriz famosa, en el futuro del cine inmersivo y en los miles de millones que se embolsarían sus descendientes.
- ¿Llegaremos a integrarnos con la tecnología para dar lugar a una nueva especie transhumana que encuentre las claves para la vida (digital) después de la muerte? Así lo exploran series, películas y libros como Black Mirror, Upload o Ready Player One / Two.
Accesibilidad en el Metaverso
Como hablamos del individuo como parte de un grupo, me parece también relevante hablar de la accesibilidad.
En el Metaverso, es relevante abogar por experiencias accesibles para todo el mundo y esto está estrechamente relacionado con la usabilidad de las aplicaciones: interacción con una sola mano o por voz, distintos tipos de movimiento dentro del juego o la experiencia, modificación de colores para personas con necesidades adicionales… en definitiva, abrir un abanico de opciones que haga que las experiencias lleguen a un mayor número de personas.
Pero la accesibilidad no solo está relacionada con el software, sino también con el hardware: ¿cómo haremos que estos nuevos dispositivos de realidad virtual (y la futura realidad aumentada) lleguen a hogares y zonas menos favorecidas? ¿Conseguiremos con la suma de hardware y software accesibles reducir la brecha social?
Hay quien afirma que, al utilizar nuestro cuerpo como controlador de las experiencias inmersivas, las barreras de uso se reducirán y será más fácil el acceso a la información, la formación, las experiencias de ocio o los trabajos virtuales (algo de lo que hablaremos también cuando reflexionemos sobre la sostenibilidad económica).
Pero, en la otra cara de la moneda, la brecha social corre también el riesgo de verse incrementada por los problemas de acceso los dispositivos de Realidad Virtual y Aumentada (AR): en un futuro en el que la gran mayoría tengamos dispositivos de AR en lugares públicos, ¿qué sucederá con aquellas personas que no los tengan o que no sepan o puedan utilizarlos?
Por el momento, compañías como Meta han abierto ya programas orientados a la educación del futuro, basada en tecnologías inmersivas; y en cómo llegar con estas soluciones a las personas más desfavorecidas:
«Nos asociamos con varias organizaciones, incluidas bibliotecas, museos e instituciones educativas, para ayudar a hacer realidad sus visiones de experiencias de aprendizaje inmersivo y colaborativo, y también para ayudar a las comunidades de todo el mundo a acceder a las tecnologías Meta.» – Meta Inmersive Learning
Comunicación en el Metaverso: conexión y empatía
Hasta ahora, hemos hablado sobre todo del individuo, de su identidad y de las barreras de acceso a este nuevo Internet. Pero, ¿qué sucede cuando el individuo conecta con otras personas? Es decir, la parte social en su máxima expresión.
En este caso, el Metaverso promete, gracias a la realidad virtual y aumentada, una comunicación realista tridimensional, donde la experiencia irá guardando cada vez más similitudes con los encuentros físicos. Incluso están desarrollándose trajes hápticos para sentir el contacto humano o dispositivos para andar y correr sin movernos del sitio. ¿Os acordáis de nuevo de Ready Player One?


Empresas como Google ya están invirtiendo en proyectos para añadir realismo a las comunicaciones entre personas en tiempo real haciendo uso del 3D. Podemos verlo en el proyecto Starline, una cabina con visión tridimensional.
Si sumamos la conexión que ofrecen estas tecnologías con la Realidad Virtual y con experiencias sociales actuales como Fortnite o Roblox, la coctelera da lugar a la creación de nuevas comunidades virtuales, con sus propios patrones de comunicación y con muchas más opciones que el Internet tradicional.
Pero, ¿cómo pueden estas comunidades virtuales, al igual que la nuestra, construir un entorno sostenible? Esto pasa entre otras cosas, tal y como comentábamos antes, por eliminar las barreras. Y hay una barrera de la que todavía no hemos hablado: el idioma. En una sociedad en la que cada vez nos comunicamos de forma más fácil con la otra punta del planeta… ¿qué sucede si no entendemos lo que decimos?
Aquí la Inteligencia Artificial va a tener un rol muy relevante. Si no, solo hay que ver el último anuncio de Meta: la promesa de un traductor universal en tiempo real basado en la IA.
Asimismo, otro elemento vital será el aspecto político de estas comunidades: su organización y funcionamiento, sus leyes y consecuencias (tanto en el mundo virtual como en el real), el entendimiento de la propiedad y, como veremos en posts futuros, su modelo económico y de distribución de la riqueza. Es decir, la construcción progresiva de una democracia virtual.
La empatía tridimensional
Dentro de nuestra conexión con el entorno, hay un último aspecto que me parece clave cuando hablamos de sostenibilidad social: la empatía. Y es que el aporte tridimensional del Metaverso puede traer consigo consecuencias directas en la sociedad real/física de nuestro planeta.
Gracias a la sensación de inmersión de las experiencias virtuales, podremos facilitar la manifestación de la empatía en otras personas. De esta forma, ya no estaremos viendo un documental desde un punto de vista externo, sino que nos convertiremos en protagonistas de ese documental y nos transportaremos a otro lugar y contexto sociocultural.
Podemos pensar en dos ejemplos prácticos muy sencillos: las personas con discapacidades y las ONGs. En el primer caso, gracias a una aplicación, podríamos percibir el entorno como lo hace una persona con dificultades visuales o de movimiento para ponernos así «en su piel»; en el segundo caso, podríamos ver la realidad de una causa benéfica e incrementarían las posibilidades de que hiciéramos una aportación económica o de voluntariado, o bien podríamos hacer un seguimiento en primera persona de lo que las ONGs están construyendo con nuestros fondos.
En definitiva, para cerrar este repaso por el primer bloque de sostenibilidad, queda claro que el Metaverso deberá de ser sostenible en sí mismo; pero también se presenta como una posibilidad de incrementar la sostenibilidad social en el mundo real que habitamos a día de hoy. Y esto mismo veremos cuando hablemos de economía, política o impacto medioambiental.
Aunque también es cierto que puede ser tanto oportunidad como amenaza al mismo tiempo. Al fin y al cabo, todo depende de que nosotros, como co-creadores del mismo, decidamos repetir los aciertos y corregir los errores que hemos venido cometiendo con la explosión de Internet.
¡Gran artículo, Víctor! Como con Internet, se producirán dos escapes de fuerza: Uno para fuera, estimulando la diversidad, y uno para dentro, estimulando la solidificación. El mismo Internet que fue la causa de la salida del armario masiva a finales de los 90 ha sido causa de cosas como Qanon…
Sabiéndolo de antemano, reforcemos la diversidad y disolvamos siempre que podamos la solidificación.
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